Saludo de Bienvenida

Os doy la bienvenida a todos ustedes empezando un nuevo curso cofrade 2012/2013 lleno de nuevas emociones, sentimientos, tradiciones, arte, y sobre todo... "Semana Santa"
Este espacio dedicado a nuestra "Virgen de la Esperanza", ha sido creado para todas aquellas personas que le tienen devoción ha esta bella imagen del Santo Reino jaenero...
Un cordial saludo y gracias por su visita.
Ángel Román

viernes, 24 de agosto de 2012

* "LA VIRGEN QUE CORRE"

Miércoles Santo por la tarde. Salgo de mi domicilio, con mi túnica blanca y mí fajín verde Esperanza. Siento dentro de mí un cosquilleo, motivado por el nerviosismo alegre de pensar que, dentro de unos minutos - pienso en minutos para que la esperanza parezca menor- va a salir de las calles del querido Jaén, LA VIRGEN DE LA ESPERANZA.
 Me encamino a la Parroquia, cuando se dirige hacia mí una señora y me pregunta:
 - ¿Qué procesión sale hoy?
 -Pues la de la Virgen de la Esperanza, le contesto.
 -Y, ¿de qué iglesia?, me vuelve a preguntar.
 -Pues de la parroquia de Cristo Rey, respondo.
 -Ah sí, esa es la Virgen que corre, ¿no?
 Yo me sonrío y sigo mi camino hacia la Parroquia, pero no dejo de pensar lo que ha dicho esa señora "La Virgen que corre", y es cierto, la Virgen corre, pero ¿porqué?
 Llego a la Parroquia y observo que ya está todo preparado, los enseres, los cirios, los estandartes..., me dirijo hacia los tronos, El Cristo del Amor, impresionante, magnífico; Jesús del Perdón, bello, sublime; y por fin Nuestra Señora de la Esperanza, imponente, majestuoso.
 Como siempre, me sitúo frente a la Virgen y le doy gracias por permitirme, un año más, llevarla sobre mi hombro, observando que su rostro expresa una calma-tensa.
 Por fin se abre la puerta. Sale la Cruz Guía, se escucha el murmullo de la gente que se agolpa en las calles San Carlos y Cristo Rey, empiezan a desfilar los hermanos de luz...
 Dentro del Templo, el murmullo es expectante, los costaleros del Cristo del Amor ya están preparados. De pronto el silencio se hace patente, tan sólo se oye la potente voz del capataz del trono dirigiéndose a sus costaleros y, pasados unos instantes y al golpe del llamador, se alza el trono majestuoso, entre los aplausos de los presentes en el Templo. De nuevo de hace silencio, al objeto de que los costaleros puedan oír las ordenes de su capataz, si bien se oyen los "Vivas" dirigidos al Cristo del Amor. Ya está en la puerta, suena la banda de música, la gente aplaude. Ya se encuentra en la calle, gira hacia la izquierda y, con ese paseo característico y bien trabajado de sus costaleros, empieza a subir la calle San Carlos...
 Miro a la Virgen y observo que su rostro ha cambiado, ahora expresa una sensación interrogante, como preguntándose ¿Dónde va mi hijo? ¡Quiero verlo!, si bien me da la impresión que está mirando a Jesús del Perdón que se encuentra a su derecha, sintiéndose tranquila.
 De nuevo se oye el murmullo de la gente de la calle junto con los acores de la banda. Empiezan a desfilar los hermanos de luz de Jesús del Perdón. Un nuevo silencio. Los costaleros ya están preparados; al escuchar la orden de su capataz, es alzado el trono, impresionante. Con paso lento se dirige hacia la salida del templo, suena la banda, los aplausos, los vivas...
 Veo el estandarte de la Virgen salir, las mantillas están desfilando, los costaleros de la Virgen, nos vamos situando en nuestro lugar correspondiente. Cuando me voy hacia mi sitio, vuelvo a mirar a la Virgen, su cara expresa, ahora, inquietud.
 Suena el toque de atención. Nos preparamos y al toque de campana... "¡Al cielo con Ella!" . Un escalofrío me recorre el cuerpo y, como coloquialmente se dice, " se me pone la carne de gallina". Avanzamos con el trono entre los vivas a la Virgen de la Esperanza. Nos aproximamos a la puerta, cogemos el trono con los brazos y, arrastrando los pies, traspasamos el umbral de la puerta y seguidamente, ¡al hombro!...
 Mientras se colocan los varales de los laterales, miro de nuevo a la Virgen, de pronto entiendo lo que no está diciendo:
"NO VEO A MI HIJO", "¿DÓNDE ESTÁ?", "¿POR DÓNDE VA?", "¡TENGO QUE VERLO!"...
 Comenzamos a caminar. Es la propia Virgen la que nos infunde esas ganas y esa fuerza para que el pasar sea largo y rápido.
 Ya comprendo, tiene que ver a su Hijo.
Sí, Ella sabe que Él, su Hijo, está repartiendo Amor y Perdón por las calles de Jaén, pero, como Madre que es, quiere estar lo más cerca de su Hijo, necesita verlo.
 A cada esquina, cuando lo ve desaparecer, Ella nos dice ¡vamos rápido, no le veo!.
 Y Jesús, en su pasión y sufrimiento, sabe que su Madre está detrás, siguiéndole y transmitiéndole ese Amor que sólo una madre puede hacer, con la Esperanza de que su padecimiento no va a ser en vano.
 Llegamos al final del recorrido, su Hijo ya ha entrado en el Templo, su casa. Ella ya está tranquila, sabe que pronto estará junto a Él, y, es entonces, cuando los costaleros que la portamos sobre nuestros hombros le decimos, subiendo y bajando, una y otra vez, la calle de San Carlos, que si fuese necesario, volveríamos a llevarla por esas calles, para que pudiera ver a su Hijo y que gracias a Ella todavía tenemos fuerzas.
 Ya no tengo dudas, SÍ, ES LA VIRGEN QUE CORRE, Y, ¿QUÉ MADRE NO LO HARÍA PARA PODER VER A SU HIJO?
                                                                           
                                                                           Vicente J. Oya Mesa.
                                                 Costalero de la Virgen de la Esperanza.

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